PANCORBO (4): LECCIONES DE RECICLAJE Y ECOLOGÍA




Los agricultores de Pancorbo se levantaban a las 6 de la mañana, y cada cual cumplía su tarea en el campo, bastante distanciados los unos de los otros; pero, al caer la noche, volvían y se ponían a charlar en grupos. Luego llegó el tractor, la mecanización, y se acabó aquello.  Durante estas conversaciones, Alfonso aprendió mucho de agricultura y de ganadería.

 Alfonso observaba que en Pancorbo no había basurero, pues nada se tiraba, a diferencia de Madrid, donde sí existía; los gitanos venían con un carro tirado por un burro, pasaban por los pisos recogiendo sobre todo basura orgánica, casi la única que se producía. Dada la corta edad de nuestro protagonista, si bien no intercambiaba con el gitano recolector pues pasaba a las 6 de la madrugada, sí tenía perfecta noción de su existencia, especialmente porque éste dejaba en diciembre una tarjetita con una poesía y se le daba un pequeño aguinaldo; durante el año el recogedor no cobraba por su labor. Esto le llevaría a Alfonso a investigar el tema de los gitanos y las basuras, descubrir cómo vivían entre ella y plasmar uno de sus tantos aportes memorables para el ecologismo español, contenido que procuraremos comentar con fidelidad cuando tratemos su etapa adulta.

En Pancorbo ya no están ni José, ni “Epi”, tampoco Carmen ni las charlas con los campesinos y pastores. En nombre del conservacionismo, el Instituto de Conservación de la Naturaleza (ICONA) introdujo en la década de los 70 el cangrejo rojo americano, arrinconando aún más al autóctono de patas blancas; igual hizo plantando pinares, ordenando que los lugareños no pastorearan en ellos durante tres años, para asegurar su debido crecimiento.

Pasado este tiempo, ni los pinos habían crecido lo previsto, ni los pastores podían entrar con el ganado al monte. Comenzaron así los primeros incendios forestales. Las polémicas sobre las actuaciones del ICONA con el tiempo se extenderían por toda España, pero si hablamos de este pueblo, no podemos olvidar lo conocido de niño por Alfonso: hayedos, robledales, encinares, quejigares, coscojares, enebrales, rebollares, sabinares y pinares silvestres, entre otras especies que se podían apreciar en los Montes Obarenes.

Pancorbo fue, en definitiva, la mayor escuela del ecologista Alfonso del Val; por algo sería luego el escenario que lo llevaría a obtener su primera acción pública victoriosa, quizás el primer logro ambientalista de España, en una época que ni siquiera había recibido todavía el nombre de “transición”.


Por Pablo Kapún H. con aportes de Alfonso del Val

Esta fue la Nota final sobre Infancia de Alfonso del Val
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